ReseÑando
Autora: Mayra Santos Febres País: Puerto Rico
Libro: Antes que llegue la luz Editorial Planeta
Contenido: Se divide en 5 partes intensas Género: Narrativa
Es difícil reseñar desde la objetividad de un libro que toca tanta fibra, es iluso no pensar que es solo una narrativa y no un diálogo con la comunidad y además con el exilio que es la misma comunidad. La autora se desnuda completamente en 160 páginas, vemos una amiga, madre, líder comunitaria presurosa sintiendo cada momento, pero para la autora que además entra y sale de su propia voz; el ser y el hacer es lo mismo.
En las primeras páginas se desnuda sin miedos, se vulnerabiliza totalmente y se muestra tal cual es. Es una conversación abierta, de balcón, de gente, te muestra quien es, rasguñando su presente, su intimidad, la de sus crías, humanizando(se). Retrata apuntes certeros, contemporáneos, cotidianidades con las cuales lidiamos las que deseamos desaprender (repito, es difícil ser objetiva y no identificarse). Vemos a una Aidara representando a una generación puntual, la “no me dejo”, se apodera con maestría de el caldero de una generación y a un Lucián especial, de estos que nacen de uno por familia. Ambos ofrecen soluciones desde el núcleo, desde el nido.
Nos recuerda la Mayra de pueblo, la consejera, la que abriga y observa: “En este clan se pierde en colectivo. Ser individuo es un lujo al que no hemos accedido todavía. Los pobres, los caídos, son la carga de los que van subiendo. La escalada es difícil, cuestarriba. La caída es empinada y sin frenos”. Cierra esa entrada con un recordatorio a la autora, así misma y a su vez nos pone un espejo a nosotras que la leemos: “Toma nota, escritora. Que no se te olviden los detalles. Acabas de sobrevivir a un huracán.”
La autora crea un bohío a partir de sus propias vivencias, tiene dos asuntos que resolver, su núcleo y su pueblo y en el ser comienza a gestar, a crear, volcándose en el hacer. Nos pasea por las muchas voces desentendiéndose de sí misma y a la misma vez fusionando la suya con estas voces, que son las nuestras, el eco de todas nuestras voces. En muchas voces la autora se convierte en batey y extiende la señal (que no llegaba) para que alcancemos todas las dimensiones de lo que se va viviendo, a voces.
Continuamos leyendo y caminando con la autora, es una radiografía de lo vivido, pero no una repetición de lo que ya ha contado, aquí hay otros sabores, otros olores, se define el dolor, la gente, la contrariedad, la gasolina escaseando y la señal, el apretón de la gente de que querer estar bien, el silencio, la impotencia y la búsqueda de soluciones dentro del caos que en adelante se empieza a naturalizar creando una resiliencia colectiva obligada, palabra que señala la negligencia gubernamental, la poca gestión o la pobre gestión.
Los de afuera, los de la diáspora también somos protagonistas en una historia que nos deja angustia, sentimientos de culpa que se cura con envíos de materiales y artículos de primera necesidad que, aunque se perdían no podíamos parar de hacerlo. Mayra retrata esto claramente en varias conversaciones. Es duro. Se siente.
Las pérdidas y las secuelas de estas. Los refugios, la gente abrazando a gente, la gente siendo gente, “la muerte y las libélulas” nos muestra ese pedazo de poesía que salva a la autora, desde adentro, ese puente que la autora teje con el hacer de salvarnos, de contarnos, de refugiarnos dentro de sus palabras; porque repito, para la autora el hacer y el ser es lo mismo. Antes que llegue la luz es un diálogo con Mayra, con la gente, con la isla-archipiélago, con una misma, es vivir y sanar al tiempo.