ReseÑando
Autor: Agnes Sastre-Rivera
País: Puerto Rico
Libro: Pequeñas catástrofes
Año: 2021
Editorial: La Impresora
Serie: Primeros Libros
Contenido: 18 textos
Género: Poesía
La autora está convencida que las pequeñas catástrofes se encuentran en el asombro de lo cotidiano, que cada paso se vuelve lento y pesado. Son catástrofes que se quedan en las vísceras, en la mancha de plátano de nuestra cultura, en nuestro andar. La autora no se cuestiona todo lo que ha sucedido, aparenta haberlo procesado. Es observadora de su mundo interior y nos invita a ello, porque entiende que quizás, en ese compartir, existan similitudes. Son catástrofes que delimitan los espacios de libertad y demarcan un espacio habitable, que se puede observar a través de un cerrojo el cual sigue abierto, pero nadie lo nota.
Todos vivimos en esa jaula, la hemos acomodado y la poeta la observa y nos invita a ello. Su poética es incómoda, porque su metáfora no disfraza pedazos de momentos. Es cruda, de eso se alimenta, de ese hábitat que sarpulle nuestra realidad cultural, todo lo internalizado que nos acompaña.
Describe una realidad dónde es testigo ocular y camina con una madre, que trata, trata, trata; de ser madre día a día. Se levanta y se acuesta con estas catástrofes que van deshaciendo y quemando su interior, momento a momento.
La casa del diablo
Mi mamá soñaba que el diablo
Estaba frente a la puerta de casa.
Pasaba frecuentemente
Usualmente coincidía con los días
en que no se podía aguantar a mi padre.
Mami rezaba más
más y más y más para que el Diablo se fuera.
mientras, yo pedía
que le entregáramos la casa
que dejáramos las llaves en la puerta
y nos fuéramos a un lugar
en donde la ayuda estuviera cerca.
Su poética responde a una urgencia generacional donde el diálogo esta expuesto a vivas voces. Se muestran las sombras y las luces haciéndose parte de esto y abrazando aquello que rechazamos, pero que también nos forma. Lo nombra, lo apalabra y con este gesto se apodera de su propia historia para compartirla.
de tal palo, tal astilla
Todavía me sorprende
lo mucho que me parezco a mi padre.
Lo recuerdo cuando lucho con la cafeína
Y con la prisa que aparece
Cuando voy a llegar tarde a algún lugar
Aunque no me permito tomar
Más de dos cervezas,
Ni me acerco a las drogas,
Me asusta pensar que me levantaré algún día
Con manos inquietas y la idea impulsiva
De querer prenderlo todo en fuego.
Y querer prenderlo todo nos acerca a la poética de Xavier Valcárcel en El deber del Pan; Sastre-Rivera entra a un diálogo desde ese reconocimiento y encuentro con Valcárcel. Ellxs se acercan a este baile inimputable donde han renunciado a la propia infancia, a la nostalgia abrazada de un vecindario quemado. No ha sido por decisión propio, ha sido una jugarreta impuesta por los azares de la vida. Asi, nos pasean entre cada palabra hasta gestar esta visión de evocar un manifiesto de lo que pudo ser, de lo que fue.
Me lo dicen los sueños
He visto mi casa quemarse en sueños,
mi barrio consumirse en llamas.
He visto a mi madre correr lejos
Hacia lo que no conoce
He visto a mi hermana quedarse inmóvil
ante la indecisión.
He visto a mi abuela gritar por mí
desesperadamente…
Pequeñas catástrofes es una denuncia desde la mirada interna a su núcleo. Sastres Rivera parece invitarnos a mirar si en algún rincón de nuestra historia, existen estas cenizas que nos acompañan a lo largo de nuestra vida. Ella parece haber vaciado el baúl de los recuerdos desde el hongo que lo consumía, pero este hongo no la desaparece, la vuelve humana y la revitaliza, en el desahogo de cada vivencia. Leer cada catástrofe es respirar profundo entre línea y línea, sin el reparo de que la catástrofe que continua es tan pequeña como incisiva. Sastres-Rivera se desnuda en una entrega fragmentada con un daño colateral que habita en la permanencia de su poética. De esta manera, visibiliza el llanto ahogado de lo que no se debe decir, esa voz aguda y necesaria que nos alcanza de manera incisiva.
La poeta nos muestra un espejo en una cajetilla de fósforos a medio vivir, al abrirlo ves tu propia historia y concluyes que al igual que ella, nuestra historia esta tejida de pequeñas catástrofes que nos hacen inmunes a la colonia, a los huracanes, al patriotismo, al patriarcado, porque cada fogata es un incendio,resultado de lo que ya conocemos. Las pequeñas rasgaduras que tardan en cicatrizar, hasta formar parte de una piel dura que convive con el cuero del tambor, con el repique etéreo de las pequeñas catástrofes.